Cuando conocí Potrero de Payogasta me quedé impactada al ver tremendas construcciones incaicas (el año anterior había conocido por esa zona los Graneros de La Poma, también vestigios incas). Unos años después conocí el increíble antigal de Tastil y siempre pensaba en la posibilidad de conocer el antiguo camino que unía esas dos regiones en épocas prehispánicas. Camino que integra el Qhapac Ñan o Sistema Vial Andino que en 2014 fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
Justamente
aquella vez en Tastil, Orlando, el guía que me llevó, me contó
de los parajes por aquella zona, creo que fue la primera vez que oí
hablar de Capillas, y me quedé re entusiasmada cuando me dijo que con la
comunidad de la Quebrada del Toro ya tenían el proyecto de acondicionar
ese camino. Algo que me quedó de ese recorrido con Orlando fue su
comentario sobre los "caminos incas", que estrictamente significaría la
red vial incaica que llevaba hasta el Cuzco pero que se suele usar en
general para los caminos de los pueblos originarios, incas o no. Muchas
veces los caminos incas fueron caminos preincaicos que fueron
ensanchados y mejorados por los incas al llegar a estas zonas. Así,
comentaba que están promoviendo la expresión "caminos andinos" para
estos caminos, para no quedar limitados a lo incaico y no quedar en
error cuando se trate de caminos no hechos estrictamente por los incas.
Y
finalmente pude hacerlo con José Sisti (0387 15 684 0257), un gaucho que
conoce esa zona como la palma de su mano y a quien contacté inicialmente
para ir al Sillón del Inca a caballo. En esa salida le empecé a
consultar por el camino entre Tastil y Potrero de Payogasta y me dijo
que estaba imposible, en muy mal estado, que no y no, uff, ya veía que
no lo iba a poder hacer... Luego hice con él otra cabalgata de cuatro
días con un recorrido similar pero un poco más al sur, empezando en El
Alisal en la Quebrada del Toro, -pasando por San Carlos, Vallecito,
Cerro Negro de Tejadas y Patahuasi- y finalizando en Cortaderas en los
Valles Calchaquíes. Y cuando a principios de este año vi las noticias
de que la Unidad Qhapac Ñan de Salta estaba trabajando para acondicionar
el tramo de Tastil a Potrero de Payogasta ya supe que lo iba a poder hacer y en eso me contacta José para avisarme y quedamos para hacerlo a fin de octubre.
No
sabía en qué sentido lo íbamos a hacer y finalmente comenzamos en
Potrero de Payogasta. Viajé a Salta, almorcé unas riquísimas empanadas
en el centro y horas después salí a Payogasta en un remis compartido.
En principio pensaba quedarme en Cachi pero me enteré de los buenos
precios de la Hostería de Payogasta y me quedé ahí. Generalmente se
pasa de largo por Payogasta en la visita a Cachi y alrededores, pero es
un lugar muy tranquilo y con hermosas vistas (más ahora que se empezaban
a ver los primeros verdores de los cultivos de alfalfa).
Al
otro día lo tenía libre así que me tomé el colectivo y me fui a pasear a
Cachi, re lindo, con las vistas del Nevado ahí nomás. ¡Cómo lamenté no
poder comprar los vinazos calchaquíes en la vinería! Pero iba a ser
imposible llevarlos en la cabalgata (y sobre todo que llegaran bien
jaja). Bueno, sí, compré un Nanni para compartir en alguna cena del viaje.
Esa tarde llegó
Raúl, mi compañero de viaje, y al día siguiente tempranito nos pasaron a
buscar en una camioneta para llevarnos a Potrero de Payogasta donde ya
estaban casi listos los caballos y mulas para el viaje. Ahí conocimos a
Ricardo, el otro baqueano que nos acompañó.
Evidentemente fue un importante centro administrativo incaico dada su ubicación estratégica entre el Valle de Lerma (la zona de la ciudad de Salta) y los Valles Calchaquíes (la zona entre La Poma y Cafayate); y también -y fue el motivo de nuestro viaje-, lugar que permite el acceso a la Puna por Tastil (de hecho esta vía fue la ruta por la que los conquistadores españoles ingresaron al Valle Calchaquí).
Salimos
de Potrero y continuamos por la playa del río. Lo que más nos llamaba
la atención al andar eran antiquísimas acequias en los cerros, hechas
especialmente para llevar agua a los sectores de cultivo en las laderas.
Muchas están ya en desuso pero se las puede identificar perfectamente.
Y re gracioso porque con Raúl no entendíamos el sistema, José nos decía
que en un sector del río se le hacía como un dique y se redireccionaba
el agua que "por gravedad" seguía el curso de la acequia. Y ese era el
tema, no entendíamos cómo por gravedad el agua iba a subir desde el
nivel del río hasta la acequia. Y así estuvimos un buen rato hasta que
se introdujo la cuestión del desnivel, o sea que íbamos en subida, y ahí
sí ya quedó claro el tema: la toma de agua se hace siempre en un lugar que va a estar más alto que el curso de la acequia.
Un
par de horas después llegamos a El Arenal, lugar hasta el que llega el
camino vehicular. Ahí nos encontramos con un niño con dos caballos que
aparentemente esperaba a alguien y tal cual, al rato apareció un
vehículo del que bajó una chica y fue con él. Era la profe de Educación
Física de la escuela de Mesadas que ya había quedado con él para que la
fuera a buscar. Y también vimos una casilla con dos caballos y
materiales de construcción que después nos enteramos que eran para
arreglos en la Escuela de Mesadas (a partir de ahí había que llevar todo
a pie o a lomo de mula).
Seguimos y a
la media hora dejamos el río y la huella iba directamente por el cerro,
en algunos lugares con subidas y bajadas bastante bravas! En algunas,
por lo empinado, nuevamente las hicimos a pie llevando a los caballos.
Nosotros nos acomodamos y justo los llamaron a José y Ricardo para que los ayuden a buscar un burro que se había escapado; pobres, no tenían descanso (así es la vida en el campo finalmente, no tiene nada de bucólica...).
Se puso fresca la noche (Mesadas está a unos 3600 msnm) y José se mandó un asadazo con carne que había llevado en las alforjas, ¡un genio! Un recuerdo que tengo es lo impresionantemente bien que se veía la Vía Láctea.
Al día siguiente desayunamos y fuimos con Raúl a conocer la escuela de Mesadas mientras José y Ricardo ensillaban caballos y mulas. Charlamos con Cecilia, la profe que habíamos visto llegar el día anterior, nos contó que son ocho chicos, algunos albergados de lunes a viernes, y que dan las clases en pluri grado (todos en la misma aula, la directora les da clases a cada chico según el grado en que esté). Muy emocionante escuchar Aurora y presenciar el izamiento de la bandera con los pocos chicos que eran y la profe.
Almorzamos
y armamos las carpas cerca de la kallanca. Al rato fui con Paulino que iba a llevar a pastear sus cabras. Él estaba a cargo de la
casa y de Alexis, su hijo más chiquito (su esposa se queda albergada de
lunes a viernes en la escuela de Mesadas donde trabaja), y hacía queso
de cabra. Me contó que tiene dos hijas estudiando en la ciudad de Salta
y que siembra mucha papa ahí, que el verano pasado llevó 3000 kg a
vender (¡!), las lleva a lomo de mula a El Arenal y de ahí las saca en
vehículo. En una habitación todavía tenía un montón de bolsas de la
última cosecha y me mostró los "hoyos", unos pozos al lado de la kallanca
que usan ancestralmente para guardar las papas. Solo las cubren con
cortadera y barro y ¡se conservan perfecto!
Volviendo nos cruzamos con José y Ricardo que venían del río: habían ido a pescar truchas que serian nuestra cena, ¡qué lujo! Yo no soy muy de comer pescado pero estaban riquísimas. Ellos se quedaron a ver el River-Boca pero yo me fui a la carpa que estaba bastante cansada y al día siguiente ya nos había avisado José que tocaba madrugón.
Me encanta andar por los cerros en lugares tan altos y ver ese amarillo de la paja brava, casi única vegetación
Ya
estábamos llegando al Abra en un camino en zig zag, íbamos bieeen
despacito, avanzando unos metros y parando un rato para que los caballos
descansen (yo no podía creer que a semejante altura los caballos se la bancaran, ¡qué admirables!).
Cerca del
mediodía llegamos al Abra de Ingañán (4700 msnm!). ¡Qué vista! Había
dos apachetas enormes y piedras con petroglifos.
Le
agradecimos a la Pacha, nos sacamos unas fotos y seguimos viaje.
Increíble cómo se veía hacia el este un colchón de nubes abajo nuestro, a
la altura de Incamayo en la Quebrada del Toro, y más al norte la mole
del Chañi, el gran cerro jujeño.
Yo
no sé si era el cansancio de los tres días por los cerros pero esa
bajada desde el Abra de Ingañán hasta Tastil me pareció durísima. Y eso
que era a caballo jaja
Apenas
salimos yo seguía deslumbrada con el pasisaje, me encantaba ver el
caminito en el medio del amarillito del cerro. Luego había partes en
que era todo un lajerío bárbaro y por un buen trecho seguimos viendo
yaretas.
Recuerdo que
había bastantes subidas y bajadas a caballo pero de eso no hay fotos, ¡tenía que estar atenta a las maniobras! Y José y Ricardo todo el tiempo
atentos a las mulas y sus cargas (que no se escaparan, que no se les
ladeara la carga,...).
Finalmente
pasamos por Campo Corralito, un lugar donde vimos una enorme tropa
de guanacos, ya se notaba que bajábamos porque empezaban a aparecer los
cardones.
Y
a eso de las cuatro de la tarde llegamos al paraje La Aguadita donde
está el cartel de comienzo del Qhapac Ñan. Ahí nos esperaba el remis
que, por suerte, ¡había llevado unas cervecitas bien frías! Hicimos ahí una
picadita y partimos con Raúl en el remis.
Si bien cansada pero terminé muy contenta de estos tres días a caballo por parajes a primera vista inhóspitos pero con rastros de presencia humana por siglos...
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- El Proyecto Qhapac Ñan: el Sistema Vial Andino
- Potrero de Payogasta
- Inicio de conservación del camino entre Tastil y Capillas
- Finalización de la restauración del camino entre Tastil y Capillas
Hola Vicky, sabés si aún es posible contactarlo a josé por las cabalgatas?
ResponderBorrarSí, sé que sigue haciendo salidas a caballo! Contactalo al 00 54 9 387 684 0257, tiene whatsapp.
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