Antofallita, Vega Botijuelas, Quebrada del Diablo


Del Cono de Arita enfilamos al sur hacia Antofallita, a ver si llegábamos ese día a Antofagasta de la Sierra pasando por la Vega Botijuelas.
Vega Botijuelas

Re lindas las vistas del Cono cuando estaba saliendo el sol, un momento especial haber podido pasar la noche ahí.
amanece en el Cono de Arita
Desayunamos y partimos al sur, dejando ya el Salar de Arizaro.  Hermosísimas vistas teníamos, con un cielo despejado, los nevados al fondo y cerros coloridos que nos acompañaban.
camino a Antofallita
camino a Antofallita
camino a Antofallita
vega camino a Antofallita
llamitas en la vega
camino a Antofallita

Pasamos una abrita y ahí sí, ya no vimos más el Arizaro.  Ya se veía algo de paja brava, se ve que habría alguna veguita por ahí.  En eso vemos un anciano con su majadita de ovejas.  Era un señor de Antofallita, el paraje hacia donde íbamos.  Paramos a charlar un rato con él, nos comentó que había pasado la noche en un puesto por ahí, le dejamos algo de coca y seguimos viaje.

camino a Antofallita
camino a Antofallita, últimas vistas del Cono de Arita
camino a Antofallita
el pastor de Antofallita
la vega de Antofallita
Nunca me voy a olvidar la sorpresa de la llegada a Antofallita.  Veníamos en medio de tanta aridez y de golpe se ve un manchoncito verde, ¡es Antofallita!  Evidentemente una vega, esos regalos de la Pachamama que permiten la vida en lugares tan inhóspitos.  Y ahí fuimos a saludar a Doña Corina, hermana del señor que habíamos cruzado antes, junto con César, el peón de Corina, únicos habitantes de ese paraje. Parece que los hermanos no se llevan bien, bueno, no van a ser el primero ni el último caso.
llegando a Antofallita
llegando a Antofallita, al fondo aparece el Volcán Antofalla
Pablo la conocía de otros viajes, y de hecho ahí coordinó con ella para pasar a almorzar ahí al mes siguiente unas ricas humitas con un grupo de turistas.  Re macanuda la señora, nos invitó un tecito, recorrimos sus chacras, y cosechó algunas habas para que nos trajéramos.  Se ve que aprovecha mucho la vega, tiene plantaciones de maíz, habas, alfalfa, girasoles, manzanas, uvas,...  Increíble ese pequeño oasis.  Aunque la distancia se siente también, recuerdo que César andaba con mucho dolor de muelas y es todo un tema eso, vaya uno a saber si en Tolar hay dentista. Capaz tengan que hacerse el viajezón a Salta directamente...
la vega de Antofallita
en Antofallita, Pablo charla con Doña Corina y César
  Antofallita
girasoles en Antofallita
Antofallita, Doña Corina cosechando habas
la alfalfa secándose
uvas en Antofallita
maíces en Antofallita
Dejamos Antofallita (re loco, está bien en el límite entre Salta y Catamarca) y enfilamos hacia el Salar de Antofalla que luego fuimos bordeando.  ¡Qué paisajes!  Nada de vegetación pero unos colores...
al sur de Antofallita
al sur de Antofallita
al sur de Antofallita
al sur de Antofallita
Al rato de andar nos paramos que Pablo me mostró un enorme campo de cuarzos transparentes en el salar.  Increíble verlos, encima parecía que se desgajaban de nada.
campo de cuarzos al sur de Antofallita
campo de cuarzos al sur de Antofallita
campo de cuarzos al sur de Antofallita
en el campo de cuarzos
Seguimos bordeando el salar, en un paisaje impactante, con el salar en el camino, cerros rojizos y nevados al fondo.  Y cada tanto algún arbustito.
camino a Antofalla
camino a Antofalla
camino a Antofalla
camino a Antofalla
camino a Antofalla
camino a Antofalla
camino a Antofalla
colorazos de la puna
camino a Antofalla
camino a Antofalla
Un poco más y llegamos a otro vega, es el paraje Antofalla.  Es chico, pero comparado con Antofallita parace un señor pueblo, con escuela, comedor, información turística y calculo que puesto de salud.
llegando a Antofalla
la placita de Antofalla
la escuela de Antofalla
vicuñita en Antofalla
Antofalla

Seguimos hacia el sur y entramos a ver los Ojos de Campo, unas lagunas de colores, como los Ojos de Mar de Tolar Grande, que realmente son muuuy atractivas para ver.
los Ojos de Campo, al sur de Antofalla
los Ojos de Campo, al sur de Antofalla


Retomamos la ruta y al rato dimos con el Cono Catamarqueño, más o menos como el de Arita.  Increíbles las formaciones puneñas...
puna catamarqueña
puna catamarqueña
puna catamarqueña
el "cono" catamarqueño
puna catamarqueña
Pasando el Cono aparece el desvío hacia otro de los lugares que quería conocer y que es el día de hoy que me parece uno de los más increíbles que conocí: la Vega Botijuelas.  Impactante al acercarse el tremendo colorido, el verde de la vega, el naranja de los minerales, las cortaderas acompañado la acequia, vicuñitas pastando, un corral, vacas y atrás, imponente, el Volcán Antofalla nevado. Inolvidable...
el desvío a la Vega Botijuelas

primeras vistas de la Vega Botijuelas, al fondo el Volcán Antofalla
vega, salar y cerro pelado
vicuñitas en la vega
  Vega Botijuelas
  también hay vacas en Botijuelas
  Vega Botijuelas
  Vega Botijuelas
  vista del Salar de Antofalla desde la Vega Botijuelas
 vista del Salar de Antofalla desde la Vega Botijuelas
cortaderas en la vega
vista del Salar de Antofalla desde la Vega Botijuelas
  Vega Botijuelas
  Vega Botijuelas, Simón y Pablo caminan delante
aguas termales en la Vega Botijuelas
 Vega Botijuelas
aguas termales en la Vega Botijuelas
  en la Vega Botijuelas
  Vega Botijuelas
 Vega Botijuelas
Simón y el géiser en la Vega Botijuelas
 Vicky chocha
mirando

Y como broche de oro, ¡una casa!  Ahí vive Simón, él sólo con su perro (parece que hace unos años una turista quiso irse a vivir con él pero él no quiso).  Ya está acostumbrado a que pase gente a visitarlo.  Hicimos una caminatita hasta unas aguas termales, un lugar con un vista hermosísima, y después pasamos por su casa donde nos convidó un vinito que le habían dejado.  Nos comentó que él es de Los Nacimientos y que de adolescente se fue a la vega, seguramente con su familia.  Una locura de lugar, que llama a quedarse mirando y no se sabe hacia dónde, que hacia donde se mire queda capturada la mirada...  Porque no es como las clásicas vegas donde aparecen de golpe un grupo de árboles o cultivos bien verdes, acá es todo a lo largo del curso de agua, combinado con los colorazos de los cerros de los alrededores y el blanco del salar.  Impresionante e inolvidable...
 Vega Botijuelas
la casa de Simón en la Vega Botijuelas
la casa de Simón en la Vega Botijuelas
vista desde lo de Simón en la Vega Botijuelas
los cultivos de Simón
vista desde lo de Simón en la Vega Botijuelas
Simón y su perro, los habitantes de la Vega Botijuelas
  Vega Botijuelas
dejando la Vega Botijuelas, hacia el Salar de Antofalla
corral en Vega Botijuelas
dejando la Vega Botijuelas, hacia el Salar de Antofalla

Nos despedimos de él, le dejamos las habas de Antofallita y retomamos el camino hacia el desvío por el que habíamos entrado.  De ahí seguimos al sur y tomamos el camino a Antofagasta de la Sierra por la Quebrada del Diablo.  Hermoso camino: salar, cerros coloridos, ceniza volcánica, vicuñitas, cada tanto alguna veguita.  Llegamos a un abra con apacheta y ahí empezó la bajada a Antofagasta.  También, re lindo ver el verde vega al llegar, y ni hablar de sus dichosas ignimbritas!  Buscamos lo de Pascuala para quedarnos esa noche pero no había nadie así que nos quedamos en lo de Doña Cirila, otra lugareña que tiene un comedor y algunas habitaciones.
empieza la Quebrada del Diablo
 Quebrada del Diablo
Quebrada del Diablo
Quebrada del Diablo
Quebrada del Diablo
Quebrada del Diablo
Quebrada del Diablo
Quebrada del Diablo
Quebrada del Diablo
camino a Antofagasta de la Sierra
camino a Antofagasta de la Sierra
camino a Antofagasta de la Sierra
llegando a -la vega- Antofagasta de la Sierra
llegando a Antofagasta de la Sierra
las ignimbritas de Antofagasta de la Sierra
llegando a Antofagasta de la Sierra
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Sobre Vicky Yened

Hace unos 15 años que descubrí la Quebrada y Puna. Fue un flash... tremendos paisajes con cerrazos coloridos, cóndores, llamas, vicuñas, cardones, que desde hace miles de años moldean un hábitat sencillo y estremecedor... pero lo que más me impactó es la cultura viva que aun se mantiene y conmueve... la Pachamama siempre presente, las chayadas, las apachetas, las ofrendas, las rondas de coplas... Así que ahí ando, cada vez que puedo me hago escapaditas revitalizantes.

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